Paseando hace años
Por una calle de aromos en flor
Supe por un amigo bien informado
Que acababas de contraer matrimonio.
Contesté que por cierto
Que yo nada tenía que ver en el asunto.
Pero a pesar de que nunca te amé
—Eso lo sabes tú mejor que yo—
Cada vez que florecen los aromos
—Imagínate tú—
Siento la misma cosa que sentí
Cuando me dispararon a boca de jarro
La noticia bastante desoladora
De que te habías casado con otro.
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Cafiche de la muerte – Óscar Hahn
Cómo carne de cóndores hirvientes
o de tordos quemados como cresta
del rojo al negro se cambió la fiesta
y en silencio se fueron los clientes.
Se nos vació no más todo el prostíbulo
se vaciaron las camas y los bares
y todas las que estábamos de a pares
sollozamos de a una en el vestíbulo.
Por el pasillo viene la señora
siempre tan maternal siempre a la hora
con su taza de té y un trago fuerte.
Para qué te moriste desgraciado.
Mira mi pobre cuarto desolado
tipo traidor: cafiche de la muerte.
Dame la mano y danzaremos… – Gabriela Mistral
Dame la mano y danzaremos,
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más. . .
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza,
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más…
Coplas del vino – Nicanor Parra
Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.
Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.
¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?
El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.
El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.
Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.
El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.
El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.
El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.
Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.
El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.
El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.
Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.
Escrito con tiza – Óscar Hahn
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero mas Unos somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida
Detrás de todo gran amor la nada acecha.
Perdí muchos hombres – Óscar Hahn
Usted no pierde hombres general
las familias los pierden:
los padres las mujeres los hijos
Lo que usted pierde son piezas
en un tablero de ajedrez
Pero no se preocupe
pronto le llegarán más torres vivas
más peones de reemplazo
Preocúpese mejor de esa pieza
que está en campo contrario
y ya sabe su próxima jugada
Advertencias – Nicanor Parra
Se prohíbe rezar, estornudar
escupir, elogiar, arrodillarse
venerar, aullar, expectorar.
En este recinto se prohíbe dormir
inocular, hablar, excomulgar
armonizar, huir, interceptar.
Estrictamente se prohíbe correr.
Se prohíbe fumar y fornicar.
Amor sin palabras – Óscar Hahn
Las manos hablan
hablan los párpados la piel habla
Mudos los amantes
el silencio también habla
y lo que dice sólo ellos lo saben
El amor hace hablar a las cosas
voz secreta que sólo ellos escuchan
Habla el tren que se aleja
el olor en los dedos
los discos en la almohada
Allá afuera
el estridente idioma del mundo
Aquí adentro los amantes
penetrándose compenetrándose
sin pronunciar ni una sílaba
El encuentro – Gabriela Mistral
Le he encontrado en el sendero.
No turbó su ensueño el agua
ni se abrieron más las rosas.
Abrió el asombro mi alma.
¡Y una pobre mujer tiene
su cara llena de lágrimas!
Llevaba un canto ligero
en la boca descuidada,
y al mirarme se le ha vuelto
grave el canto que entonaba.
Miré la senda, la hallé
extraña y como soñada.
¡Y en el alba de diamante
tuve mi cara con lágrimas!
Siguió su marcha cantando
y se llevó mis miradas…
Detrás de él no fueron más
azules y altas las salvias.
¡No importa! Quedó en el aire
estremecida mi alma.
¡Y aunque ninguno me ha herido
tengo la cara con lágrimas!
Esta noche no ha velado
como yo junto a la lámpara;
como él ignora, no punza
su pecho de nardo mi ansia;
pero tal vez por su sueño
pase un olor de retamas,
¡porque una pobre mujer
tiene su cara con lágrimas!
Iba sola y no temía;
con hambre y sed no lloraba;
desde que lo vi cruzar,
mi Dios me vistió de llagas.
Mi madre en su lecho reza
por mí su oración confiada.
¡Pero yo tal vez por siempre
tendré mi cara con lágrimas!
La montaña rusa – Nicanor Parra
Durante medio siglo la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
echando sangre por boca y narices.