Sin él
aquí
sin él.
Su fuego susurrando.
Archivo de la etiqueta: poesia uruguaya
No quisiera que lloviera… – Cristina Peri Rossi
No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.
De un fulgor a otro – Ida Vitale
Quizás no se deba ir más lejos.
Aventurarse quizás apenas sea
desventurarse más,
alejarse un atroz infinito
del sueño al que accedemos
para irisar la vida,
como el juego de luces que encendía,
en la infancia,
el prisma de cristal,
el lago de tristeza, ciertas islas.
Sí, entre biseles citados los colores,
un fulgor anidaba sobre otro
-seda y deslumbramiento
el margen del espejo-
y aquello también era un espectro,
sabido, exacto. Centelleos ajenos
en un mundo apagado.
Como un canto sin un cuerpo visible,
un reflejo del sol creaba
una cascada un río una floresta
entre paredes áridas.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilia
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.
Plenilunio – Cristina Peri Rossi
Por cada mujer
que muere en ti
majestuosa
digna
malva
una mujer
nace en plenilunio
para los placeres solitarios
de la imaginación traductora.
Poema Mariposa – Ida Vitale
En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
como las Dichas.
La pasión – Cristina Peri Rossi
Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.
Nocturno urbano – Cristina Peri Rossi
Extraña civilización esta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
dieciocho mil tipos y tipas
según los cálculos del ordenador
están enganchados a pasatiempos infantiles
(«disponga las figuras en sus huecos respectivos»)
cincuenta y seis mil a guerras de marcianitos
ochenta mil a simulacros de fútbol
en lugar de hacer el amor,
digo hacer el amor, no follar,
atención, los de la Academia:
follar follan los perros los jabalíes
las marsopas las moscas los elefantes
y los rinocerontes.
Extraña civilización esta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
cientos de miles de personas
están circulando por la red
con mensajes abreviados
en lugar de tocarse
mamarse lamerse acariciarse.
Como un regreso a la infancia.
Lugar que quizás nunca abandonaron.
Penitencia – Ida Vitale
¿Mirar atrás será pasar
a ser de sal precaria estatua,
un perecer petrificado
preso en sí mismo, parte
del roto encanto de un paisaje
cuya música no logro más oír?
¿Debo matar lo que miré,
el mito que minuciosa
pliego y despliego,
grava para mi paso solo?
¿ Ciega borrar lugares,
playas, vientos, el tiempo?
Sobre todas las cosas,
anular horas que se han vuelto inútiles
como lluvia que cae
sobre el mar implacable,
como mis propios pasos
si no son penitencia.
Oración – Cristina Peri Rossi
Líbranos, Señor,
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores.
UN VASO DE AGUA – Rafael Courtoisie
Beber un vaso de agua es un acto perfecto,
lleno de violencia.
Beber un vaso de agua es matar la transparencia
beber silencio absoluto. Beber silencio.
Beber es como vivir
beber agua es morirse.
Un vaso de agua es un trozo absurdo del tiempo
sin sonido, sin voz, un pedazo laxo
abandonado, demente
de la inocencia.
Un vaso de agua es una piedra de la tristeza
la tristeza misma en pedazos, un canto de la tristeza
el canto del agua, la luz del agua, su cuerpo
una lágrima viva.
El agua separa los continentes
los ríos mojan la mente.
Pensar un río es regar el cerebro
la vida que sufre
el alma seca.
Esa agua, la vida que está en el vaso
se apaga, como una luz, en la lengua.
La belleza humedece las palabras
que nombran el agua.
Y la sed apaga de un trago la belleza.