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Historia de un amor – Cristina Peri Rossi

Para que yo pudiera amarte
los españoles tuvieron que conquistar América
y mis abuelos
huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte

Marx tuvo que escribir El Capital
y Neruda la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte
en España hubo una guerra civil
y Lorca murió asesinado
después de haber viajado a Nueva York

Para que yo pudiera amarte
Catulo se enamoró de Lesbia
y Romeo, de Julieta
Ingrid Bernand filmó Strómboli
y Pasolini, Los cien días de Saló.

Para que yo pudiera amarte
Luís Llach tuvo que cantar El Segadors
y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte
alguien tuvo que plantar un cerezo
en la tapia de tu casa
y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte
tuve que huir en barco de la ciudad donde nací
y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin,
ocurrieron todas las cosas del mundo

Y desde que no nos amamos
Sólo existe un gran desorden.

Después – Cristina Peri Rossi

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:
hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes
Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor
Ya no amo
Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje
Ya no estoy loca.

LA MAÑANA DESPUÉS DEL DILUVIO – Cristina Peri Rossi

En el círculo enloquecido de las aguas pluviales
en el torbellino vertiginoso de las aguas marinas
lentamente, comienza a amanecer -a amainar-.
Comienza a amanecer
en el centro líquido de la tormenta
embrión rojizo
óvulo fecundado
célula primigenia
en cuyo interior
flota
el bajel sobreviviente
que eleva su mástil su falo
mientras las aguas
súbitamente amansadas
dejan de caer
dejan de rotar.

Fetiche – Cristina Peri Rossi

Fetiche tu cuerpo
fetiches tus pechos
fetiches de mi deseo tu lujuria
tu clítoris tu vagina
fetiche cebado tu bárbara matriz
oscuro túnel de mi deseo
fetiches tus nalgas, lunas paralelas
fetiches tus labios blancos
fetiche tu orgasmo desgajado
raíz del fondo de la tierra
fetiches tus gemidos parturientos
tus súplicas perentorias
fetiches de mi deseo tus lóbulos
tus pies pequeños
tu nuca tu boca tus cabellos.
Fetiches de mi deseo
que agitan mi imaginación
y turban mi sueño.

Cuentas claras – Cristina Peri Rossi

No sería raro
que un día cualquiera
—hoy, por ejemplo—
me dijeras la cifra exacta de dinero
que cuesta nuestro amor
en viajes
hoteles
e interminables llamadas telefónicas.
Al fin y al cabo
el dinero todo lo mide
así que si este amor
nos cuesta mucho dinero
será que es amor del bueno
del importante.
Sin embargo
recuerdo:
una vez
en mi juventud
fui feliz compartiendo el único cigarrillo
en un cuarto de pensión
fui feliz haciendo el amor a la intemperie
entre los juncos
fui feliz sin hotel
ni casa ni teléfono
ni lencería de encaje.
Tenía sólo dieciocho años.

No quisiera que lloviera… – Cristina Peri Rossi

No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.

La pasión – Cristina Peri Rossi

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

Nocturno urbano – Cristina Peri Rossi

Extraña civilización esta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
dieciocho mil tipos y tipas
según los cálculos del ordenador
están enganchados a pasatiempos infantiles
(«disponga las figuras en sus huecos respectivos»)
cincuenta y seis mil a guerras de marcianitos
ochenta mil a simulacros de fútbol
en lugar de hacer el amor,

digo hacer el amor, no follar,

atención, los de la Academia:
follar follan los perros los jabalíes
las marsopas las moscas los elefantes
y los rinocerontes.

Extraña civilización esta
en la cual a las dos de la mañana
de cualquier martes
de cualquier jueves
o domingo
cientos de miles de personas
están circulando por la red
con mensajes abreviados
en lugar de tocarse
mamarse lamerse acariciarse.

Como un regreso a la infancia.

Lugar que quizás nunca abandonaron.