Puedo remontarme al deseado placer
subiendo lentamente,
respirando quieta, inmóvil,
sin que nadie se dé cuenta
hasta la cumbre inaudita de la imaginación
—muy cerca de tenerte—.
Extender mis fronteras tibias
(los bordes de la piel,
los mil años junto a ti
y toda mi vergüenza)
romper con ruido este silencio
y soñar con tu cuerpo
—dulce imagen que cautiva—
haciendo de mis ojos —fuego—
de mi aliento —una caricia—
de mi voz una lluvia de besos,
de mi deseo un verso.
Puedo querer tocarte con los dedos
y revivir la pasión que se durmió no sé que día
bajo las sábanas blancas de mi lecho...
Porque soy una balada ronca de amor,
una boca que se mueve despacio
buscando, húmeda, un beso.
Y me encuentro loca en tu ancha cordura
sintiendo esto que siento...
Porque soy hembra como la vida misma,
fuego que arde bajo el sol de tu rostro
desde hace tiempo.
Yo puedo remontarme al deseado placer
y cabalgar toda la noche
sobre las colinas de tu cuerpo
mientras te cuento dulcemente que me gustas
y te confieso mi pasión en un verso...
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Ororó (fragmento) – Ana Strauss
Ahora bien
ahora, sin mis pies pisando el suelo
la mirada hastiada
encuentra belleza
ahora la mirada
mira las sillas y la mesa
el sol se posa con cierta alegría en el cuenco
la palabra sol
derrama su luz
el color en la vocal donde me ovillo
y buscando algo de sombra
allí cuando la mirada se vuelve
y la mirada descubre el rostro en la mano del que mira
la línea del rostro donde fuimos manos
el minuto donde las manos otean
el rostro, la línea de cada letra hecha
y la línea del rostro
dirá
velada
y qué se mira en el rostro
qué se mira en la cara querida
qué se mira en la línea que define el gesto
la cara hecha a media hora
y cuando en los ojos cerrados qué
memoria de dátil
de ovillo
donde la mirada se opaca
una imagen que borre otra imagen
y acaso volver a
amar
entre pared
humo
la mirada ahumada
la mañana ahumada
el rostro
eso que dice rostro
la inminencia del rostro
y su perpleja perplejidad
trasiego
algo en la mirada se añica
hasta que la mirada vuelva a componer
atisbo
mil años en un parpadeo
entre salinas y huellas de sol
entre mi vestido y mi enagua
huella anterior
ahora en mi galope
mis leguas de galope
mil leguas en la salina
me leguo mil leguas más
entre hierro y herraje
un día
cerrar los ojos
respirar
los párpados cerrados
mil leguas al galope, mil lunas al galope
que el palabrerío
desencadene
las palabras anteriores
II
mira hacia la ventana
la ventana
la mesa
la vela
el plato
la copa
la casa la casa la casa
tres nombres la casa
llamo a esa rosa
la cito
dice la didascalia:
diez veces tirar los dados
cerrar la puerta
(lo haré)
en el lugar común de la belleza
la belleza de la rosa
la rosa, mira, la rosa
la rosa
es mirada
aunque la rosa completa sobre la mesa
llamo a esa rosa
la cito
rosa allí
inmóvil
sobre la tierra de toda tierra
a cada palabra en cada palabra a las palabras
adornarlas
ignorarlas
quemarlas hasta el tedio
hasta el cansancio
hasta el más acá de todos los sitios
amarlas hasta el cansancio
hasta el tedio y la distracción
habría que amarlas para hacerlas oro, rubí y coco, fruta y limón
habría que amarlas hasta el cansancio, hasta mañana, hoy, ayer y siempre
habría que amarlas como niñas
como ancianas
amarlas hasta el hastío, hasta la risa
hasta la rosa
III
debería yo
rascar mis manos hasta encontrar aceite
fuego, brasas
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena
debería entre mis manos
hacer arena
deletrear luces
al cabo de unas horas se abren los ojos
a veces soy mientras duermo
dedos de una mano
la tonalidad de una luz al atardecer
mi mareo se adelanta
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena
debería entre mis manos
hacer arena
en días
debería encontrar hojas, asir el cabello
pausar en cada paso
antes de enunciar
hablaré con cada letra
arrogancia
el baile de las letras, su danza y entre el sueño se me huyen
la mañana anterior moldeada
palpo esa idea anterior entre mis manos
mirar antes
mirar lo que viene andando
entre lo que es mi cuello y labios sellados
yo me estoy hablándome a mí y de hablar entre mi piel
me estoy hablando
cuando cierro las pupilas
desarraigo las pupilas
jazmín, amarro una rama
amarro un paso del día
de ese día sobre mi palabra
la boca
los pies
me retumbo en mí diciendo
debería hacer arena en mis manos
en la elocuencia de las manos porosas
detenerme paso a paso
haciendo mi jazmín de noche
a la mañana siguiente
haciéndome
paso a paso en el telón
allá hacia el jardín de mi cuello
al cabo de unas horas se abren los ojos
soy durmiéndome
mis ojos caen
interior
en mi lengua sujeto el agua
que el palabrerío
desencadene
las palabras anteriores
allí no reconozco las orillas
de mis palabras nada
se me vacían los ojos
llueve
de allí la imagen
primero la comisura
primero en la comisura
primero está la comisura
he perdido la mirada de mis pies
mi sombra más lejos
me desmembró de mis otras orillas
debería yo
deletrear luces
al cabo de unas horas se abren los ojos
se recobran los ojos
antes del deseo
aún antes del deseo
he olvidado qué decirme
las manos palpan algunas piedras o perlas
se hace una pedrería en la garganta
ahora, sin mis pies pisando el suelo
una imagen que borre otra imagen
y acaso volver a
amar.
Cuando estás en mi cuerpo – Clara Silva
Cuando estás en mi cuerpo desangrado,
acechando el descuido de mi muerte,
¿cómo me asomo a mi alma para verte
si ignoro si me doy o me has tomado?
En hermosuras crezco a tu cuidado
y tanto que mi boca ya no advierte
si es por tu amor que vivo de esta suerte,
si es por mi sed que muero a tu costado.
Te recojo en mi sangre derramada
y me ciñes de olvido hasta olvidarlo
como una muerta en insaciada vida.
Bajo la herida de tan dulce espada
lo mismo da saberlo que ignorarlo
si te sirves de mí o soy servida.
Amor de tarde – Mario Benedetti
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme «¿Qué tal?» y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Decir no… – Idea Vilariño
Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola.
Cuando una boca suave boca dormida besa… – Idea Vilariño
Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
y los párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.
Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
en un aire hecho manos, amor, ternura dada,
noches como navíos…
Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa
sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora
el mundo le deviene un milagro lejano,
que le abren los labios aún hondos estíos,
que su conciencia abdica,
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las sienes,
es entonces, al beso, que descienden los párpados,
y se estremece el aire con un dejo de vida,
y se estremece aún
lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,
la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.
Haiku 9 – Mario Benedetti
pasan misiles
ahítos de barbarie
globalizados
Haiku 8 – Mario Benedetti
las religiones
no salvan / son apenas
un contratiempo
Haiku 7 – Mario Benedetti
y al laureado
no se le mueve un pelo
allá en su nicho
Haiku 6 – Mario Benedetti
los premios póstumos
se otorgan con desgana
y algo de lástima