A Pablo Picasso
en su nonagésimo aniversario.
De pronto todo es cierto entre lo oscuro;
la carne se habilita hacia el martirio,
y hay un caballo convertido en lirio
como hay un grito convertido en muro,
y manos suplicantes que se juntan
y se van agrandando, manos muertas
que se están entreabriendo como puertas
y preguntan, preguntan y preguntan;
y hay playas en que el mar sigue naciendo,
la montaña-mujer levitativa
con la maternidad en carne viva
y el vientre que se va descoloriendo.
Como un toro nupcial en tu pintura
hay guirnaldas de sexos ululantes,
y cópulas mortales y fragantes
y cuerpos de espasmódica dulzura.
Cuanto tuvo calor en ti persiste
como se forma el nudo en la madera
y un tambor puede ser la primavera
de ese arlequín ensimismado y triste.
Como una lluvia ensangrentada has sido
la cuerda quieta en la guitarra loca
que suena y es tu ausencia quien la toca,
quien le da su violencia y su sentido.
Tú eres esa mirada desasida
donde el ojo al mirar se hace postema,
mirada testadora y destruida
donde todo es real porque nos quema.
Tú eres esa oleada que nos baña
de sangre principiante, esa juntura
de asombro y luz, esa progenitura
de fracaso creador que aún tiene España,
Tú no buscas, encuentras, y en tu encuentro
se convocan los muertos a asamblea,
y el mundo se destruye y se recrea:
ya nunca más recobrará su centro.
Pintas la luz de agosto entre las redes,
y la barca sonámbula y desierta,
y ese toro que va de puerta en puerta
señalando con sangre las paredes,
y el caballejo ardiendo en el aduar,
el bosque que al desierto se adelanta
vivo como la sed en la garganta
y anterior a sí mismo como el mar.
la manzana y su lenta obstinación
de pecado mortal sobre la mesa,
el periódico en gris, la lepra impresa,
y el naipe convertido en corazón,
la ahogada voz del África que aún paga
su cadena perpetua y su niñez,
su terrible inocencia que tal vez
el mundo entero ha convertido en llaga.
Pintas con plomo derretido y cera
cayendo sobre el ojo adormecido,
sobre el ojo sin luz que ha preferido
la quemazón total a la ceguera.
y le has devuelto al mundo esa gozosa
analogía que fue su faz primera:
la prisa convertida en calavera,
la calavera convertida en rosa.
¡Tú nunca morirás!, en tu conciencia
para siempre jamás se configura
el gozo de vivir, la vividura
de un niño con mil años de inocencia.
La Creación sigue abierta paso a paso
y tiene en ti un trasplante de alegría,
la mano eres de Dios, Pablo Picasso,
que hace el mundo de nuevo cada día.