Con un temblor de nieve en la dulzura
de la sombra morena y sonrosada,
en tu pálida carne lastimada
ceñida está la luz por la blancura.
Luz sola desde el llanto a la tersura,
azucenas de nieve desvelada,
y el aroma del mar en tu mirada
de claveles y arcángeles clausura.
Te hace el amor severa la tristeza,
la mano el agua y el laurel el ruego
que en su dorada perfección te inmola.
La intensidad mantiene la pobreza,
y en la mansa ribera del sosiego
todo está en ti, que permaneces sola.