No conozco otra manera de superar
el tiempo y sus relojes
los días y sus disgustos
sus migrañas sus cifras de desempleo
sus turbulencias mundiales
sus injusticias
más que esta fusión de cuerpos
de pieles y de sexos
este espacio sin fronteras
este tiempo sin controles
esta libertad en fin de encadenarse
a lo que se ama
no a lo que se obedece
sumisas al amor
y no a los hemisferios
ni a las convenciones
ni a los imperios
ni siquiera a las leyes físicas
que hacen de un encuentro emocional
la fricción de pieles músculos y salivas.
Einstein descubrió que el tiempo y el espacio
son metáforas
aunque yo todavía no sé
metáfora de qué somos tú y yo
quizás de una antigua melodía del universo
antes de su descomposición.
Archivo de la categoría: Poesía Uruguaya
Versos sobre tu piel – Viviane Nathan
Puedo remontarme al deseado placer
subiendo lentamente,
respirando quieta, inmóvil,
sin que nadie se dé cuenta
hasta la cumbre inaudita de la imaginación
—muy cerca de tenerte—.
Extender mis fronteras tibias
(los bordes de la piel,
los mil años junto a ti
y toda mi vergüenza)
romper con ruido este silencio
y soñar con tu cuerpo
—dulce imagen que cautiva—
haciendo de mis ojos —fuego—
de mi aliento —una caricia—
de mi voz una lluvia de besos,
de mi deseo un verso.
Puedo querer tocarte con los dedos
y revivir la pasión que se durmió no sé que día
bajo las sábanas blancas de mi lecho...
Porque soy una balada ronca de amor,
una boca que se mueve despacio
buscando, húmeda, un beso.
Y me encuentro loca en tu ancha cordura
sintiendo esto que siento...
Porque soy hembra como la vida misma,
fuego que arde bajo el sol de tu rostro
desde hace tiempo.
Yo puedo remontarme al deseado placer
y cabalgar toda la noche
sobre las colinas de tu cuerpo
mientras te cuento dulcemente que me gustas
y te confieso mi pasión en un verso...
Invocación – Cristina Peri Rossi
Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones
para que no sea
el espejo donde se reflejan
las amantes que fueron
los cuerpos amados un día
y olvidados después
un amado espacio de revelaciones
y no de repeticiones.
Ororó (fragmento) – Ana Strauss
Ahora bien
ahora, sin mis pies pisando el suelo
la mirada hastiada
encuentra belleza
ahora la mirada
mira las sillas y la mesa
el sol se posa con cierta alegría en el cuenco
la palabra sol
derrama su luz
el color en la vocal donde me ovillo
y buscando algo de sombra
allí cuando la mirada se vuelve
y la mirada descubre el rostro en la mano del que mira
la línea del rostro donde fuimos manos
el minuto donde las manos otean
el rostro, la línea de cada letra hecha
y la línea del rostro
dirá
velada
y qué se mira en el rostro
qué se mira en la cara querida
qué se mira en la línea que define el gesto
la cara hecha a media hora
y cuando en los ojos cerrados qué
memoria de dátil
de ovillo
donde la mirada se opaca
una imagen que borre otra imagen
y acaso volver a
amar
entre pared
humo
la mirada ahumada
la mañana ahumada
el rostro
eso que dice rostro
la inminencia del rostro
y su perpleja perplejidad
trasiego
algo en la mirada se añica
hasta que la mirada vuelva a componer
atisbo
mil años en un parpadeo
entre salinas y huellas de sol
entre mi vestido y mi enagua
huella anterior
ahora en mi galope
mis leguas de galope
mil leguas en la salina
me leguo mil leguas más
entre hierro y herraje
un día
cerrar los ojos
respirar
los párpados cerrados
mil leguas al galope, mil lunas al galope
que el palabrerío
desencadene
las palabras anteriores
II
mira hacia la ventana
la ventana
la mesa
la vela
el plato
la copa
la casa la casa la casa
tres nombres la casa
llamo a esa rosa
la cito
dice la didascalia:
diez veces tirar los dados
cerrar la puerta
(lo haré)
en el lugar común de la belleza
la belleza de la rosa
la rosa, mira, la rosa
la rosa
es mirada
aunque la rosa completa sobre la mesa
llamo a esa rosa
la cito
rosa allí
inmóvil
sobre la tierra de toda tierra
a cada palabra en cada palabra a las palabras
adornarlas
ignorarlas
quemarlas hasta el tedio
hasta el cansancio
hasta el más acá de todos los sitios
amarlas hasta el cansancio
hasta el tedio y la distracción
habría que amarlas para hacerlas oro, rubí y coco, fruta y limón
habría que amarlas hasta el cansancio, hasta mañana, hoy, ayer y siempre
habría que amarlas como niñas
como ancianas
amarlas hasta el hastío, hasta la risa
hasta la rosa
III
debería yo
rascar mis manos hasta encontrar aceite
fuego, brasas
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena
debería entre mis manos
hacer arena
deletrear luces
al cabo de unas horas se abren los ojos
a veces soy mientras duermo
dedos de una mano
la tonalidad de una luz al atardecer
mi mareo se adelanta
debería
hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena
debería entre mis manos
hacer arena
en días
debería encontrar hojas, asir el cabello
pausar en cada paso
antes de enunciar
hablaré con cada letra
arrogancia
el baile de las letras, su danza y entre el sueño se me huyen
la mañana anterior moldeada
palpo esa idea anterior entre mis manos
mirar antes
mirar lo que viene andando
entre lo que es mi cuello y labios sellados
yo me estoy hablándome a mí y de hablar entre mi piel
me estoy hablando
cuando cierro las pupilas
desarraigo las pupilas
jazmín, amarro una rama
amarro un paso del día
de ese día sobre mi palabra
la boca
los pies
me retumbo en mí diciendo
debería hacer arena en mis manos
en la elocuencia de las manos porosas
detenerme paso a paso
haciendo mi jazmín de noche
a la mañana siguiente
haciéndome
paso a paso en el telón
allá hacia el jardín de mi cuello
al cabo de unas horas se abren los ojos
soy durmiéndome
mis ojos caen
interior
en mi lengua sujeto el agua
que el palabrerío
desencadene
las palabras anteriores
allí no reconozco las orillas
de mis palabras nada
se me vacían los ojos
llueve
de allí la imagen
primero la comisura
primero en la comisura
primero está la comisura
he perdido la mirada de mis pies
mi sombra más lejos
me desmembró de mis otras orillas
debería yo
deletrear luces
al cabo de unas horas se abren los ojos
se recobran los ojos
antes del deseo
aún antes del deseo
he olvidado qué decirme
las manos palpan algunas piedras o perlas
se hace una pedrería en la garganta
ahora, sin mis pies pisando el suelo
una imagen que borre otra imagen
y acaso volver a
amar.
Estoy temblando… – Idea Vilariño
Estoy temblando
está temblando el árbol desnudo y en espejos
cantando
y cantando está la luna
riendo
sin silencios
la lírica y romántica
flauta y en cielo en hoz
por vez primera
se abren su luz cereza y el estiércol.
No se pueden quejar ni las mañanas
ni el ardiente sopor que por lo estéril
no canto más no canto
ni puedo deshacer en primavera
ni negarla y beber
ni matar sin querer
ni andar a tientas
ya que el aire está duro
y hay monedas locuras
esperando
la marca del el agua
en desazón riendo
riéndose riendo.
Ah si encono si entonces
ya no quiero
ya no pude se pasa nunca alcanza
una ola se vaga la marea
se desconcierta así
y el sol no existe aquí más que en palabras
Pero en cambio en el cielo
caben muchas pero muchas. A veces
se molestan se muerden
en los labios.
Todo es víspera – Ida Vitale
TODO es víspera.
Todo sueña un renuevo
y mueve el corazón a defenderse
de los derrumbaderos.
Cada uno en su noche
esperanzado pide
el despertar, el aire,
una luz seminaria,
algo donde no muera.
Algo inviolado, exacto, fehaciente,
para afrentar la sombra,
un puro manantial,
raíz de agua, algo
como esa jarra tuya, Isabel,
donde acaso
hay claridad humana,
amor con su poder resplandeciente,
más misterioso que la sombra misma.
La sádica – Cristina Peri Rossi
Como las felinas que persiguen a las gacelas
regresa de la cacería con las fauces ensangrentadas
y restos de carne entre los dientes.
Ha comido
ha gozado.
Entonces, cansada de la cacería
y de la digestión
bosteza
y se echa pesadamente a roncar
entre la hierba
o entre las almohadas.
El olvido – Idea Vilariño
Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
y los párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.
Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
en un aire hecho manos, amor, ternura dada,
noches como navíos...
Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa
sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora
el mundo le deviene un milagro lejano,
que le abren los labios aún hondos estíos,
que su conciencia abdica,
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las sienes,
es entonces, al beso, que descienden los párpados,
y se estremece el aire con un dejo de vida,
y se estremece aún
lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,
la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.
La índole del placer – Cristina Peri Rossi
Tú querías que el placer fuera una casa
y vivir eternamente en su morada,
Pero el placer era un cuarto de alquiler.
Tú querías que el placer fuera un castillo
con anchos muros como ancas de mujer,
Pero el placer era agua
no era piedra
iba y venía
se secaba
como los cauces de ríos antiguos.
Tú querías que el placer fuera una fortaleza
al abrigo de los males de la tierra
pero el placer enmohecía
contraía virus
se enfermaba.
Tú querías que el placer fuera un palacio
con muchos aposentos
y recorrerlos uno a uno
demorarte en sus estancias,
pero el placer no era residencia.
Tú querías que el placer fuera salvación
y el placer fue condena.
El viaje – Juvenal Ortiz Saralegui
RETORNASTE sumisa
como nocturna vara,
sollozo de la tierra
con velillo de alga.
Corría una aceituna
por tu luciente cara
y en tu pecho, una pena
de luz te levantaba.
Un subterráneo río
en ti iba y llegaba
y era yo los dos remos
de tu imposible barca.
Que eres y no eres
bajo la noche clara,
lo que sueña mi día
y mi noche no alcanza.
Por oscura escalera
al sueño te elevaste;
los brazos de la sombra
ampararon tu gracia;
que no fueron los míos
esos gloriosos brazos!
Y diluida toda
en monte de noche alta,
desnuda de recuerdos
y de juncos colmada,
piedra de peregrino
ausente, te quedaste.
Yo vagué sobre siglos
de perdidos amantes,
rumbo al sereno mar
por las más tristes calles,
y en las dulces arenas
escribió mis nostalgia
estos versos tan viejos
que el viaje me dictara,
para que tu memoria
los encienda en tu entraña.