Hoy ha llovido abril sobre mi sangre…
la guerra
dicen que terminó hace muchos años,
el paisaje
es aquí diferente:
tiene
sujeto a la maleza
el sombrío color de los mineros,
pero es verde el metal;
pasan los ríos
cansados del trabajo, vestidos
con el traje común de las faenas;
nada
sugiere
la tarjeta postal para el disfrute
del que paga con marcos,
libras,
dólares…
Y porque ocurre
que el lunes era día veintiséis,
hoy miro al cielo, escucho
si vuelven los aviones de Guernica,
si proyecta
la cruz gamada el sol sobre los campos,
sobre este campo herido…
busco,
descubro en mis raíces,
encuentro
que también en Euzkadi está mi patria…
que también en Guernica está mi sangre.
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Junto al mar – José Hierro
Si muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.
Si muero que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.
Que siega pesadumbres. Y cuando
la noche empiece a arder,
soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer.
PUEDES gemir en la lucidez,… – Antonio Gamoneda
PUEDES gemir en la lucidez,
ah solitario, pero entonces líbrate
de ser veraz en el dolor. La lengua
se agota en la verdad. A veces llega
el incesante, el que enloquece: habla
y se oye su voz, mas no en tus labios:
habla la desnudez, habla el olvido.
Muchas gracias – María Zambrano
Muchas gracias;
muchas, muchas gracias.
Qué va. Está muy bien.
Dispénseme, señora.
No hay de qué.
Está completo, pero está muy bien.
Un farsante, un cuentista,
un enterao
-la Place de l’Alma-, un cualquiera,
me da igual.
Cuando usted quiera.
Ah, señora, ¡si usted supiese!
Está bien.
Aquellos buenos tiempos…
Mas París es París, y está muy bien.
Aunque no lo comprendo.
L’Étoile, Notre-Dame, Les Champs,
se sabe, ¿por qué no?
Encuentro, encontraré, ¿encontré
ya?
Entonces, apresúrese, vaya.
¿Por qué no?
La Pendiente – Luis Rosales
YA EL SUEÑO HACIA LA MUERTE SE HA INCLINADO;
dame tu mano, Abril, sólo te pido
que quede la esperanza en lo que ha sido
y el trigo limpio en su sazón cortado.
No sé si tengo sed y he despertado
en la aceña del agua del olvido;
no sé, dintelo tú, si me he sentido
por mis propias palabras engañado;
no sé, dimelo tú, si en tu aspereza
no hay siempre un ademán de despedida
y hay un viejo mendigo puesto en cola;
la intensidad mantiene su pobreza,
su harapo de soñar, su desvalida
pasión por ti que permaneces sola.
El Sueño – Gerardo Diego
Apoya en mí la cabeza,
si tienes sueño.
apoya en mí la cabeza,
aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,
no tengas miedo del mundo,
que yo te velo.
Levanta hacia mí tus ojos,
tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco
conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
muertos de sueño.
Ya estás dormida. Ya sube,
baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo
mide el silencio,
almohada de tu cabeza,
celeste peso.
Mi pecho de varón duro,
tabla de esfuerzo,
por ti se vuelve de plumas,
cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,
ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
el de tus pechos.
De cuando en cuando una grande,
espuma al viento,
suspiro que se te escapa
volando al cielo,
y otra vez navegas lenta
mares de sueño,
y soy yo quien te conduce
yo que te velo,
que para que te abandones
te abrí mi pecho.
¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan
– palabras, besos –
tus labios que se te mueven,
dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,
no es sólo sueño;
lo que te acuna y te mece
soy yo, es mi pecho.
Despacio, brisas, despacio,
que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,
hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,
que está durmiendo
al compás que de los suyos
copia mi pecho.
Que cuando se me despierte
buscando el cielo
encuentre arriba mis ojos
limpios y abiertos.
Gozo del tacto – Dámaso Alonso
Estoy vivo y toco
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.
Hombre, toca, toca
lo que te provoca:
seno, pluma, roca,
pues mañana es cierto
que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto.
Toca, toca, toca,
¡qué alegría loca!
Toca. Toca. Toca.
Tú, tú, tú, mi incesante… – Jorge Guillén
¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda
mi río de verdor
agudo y aventura!
¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,
tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,
constelación del campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!
¡Tú más aún: tú como
tú, sin palabras toda
singular, desnudez
única, tú, sola!
Propósito de enmienda – Raquel Lanseros
A veces me visita —ciego ahínco—
el monstruo de los celos, la pereza,
la gula o el azote de la culpa.
De toda humana falta, yo me acuso.
Si alguna vez te hiere por ejemplo
mi torpeza, mi miedo o mi desidia,
perdóname amor mío.
Que más preciada empresa no concibo
que deshojar mi vida mereciéndote.
Sabes mi corazón… – Pilar Paz Pasamar
Sabes mi corazón como un camino
que hayas cruzado una y cien mil veces,
como el oficiador sabe sus preces.
Haces costumbre del Amor mi trino.
Te sabes de memoria mi destino,
y en su tierra te hundes o te creces,
cosa que no has ganado ni mereces
pero que quiero darte como un vino.
Sabes tanto que sabes que no puedo
llegarme a otra fuente que tu boca
y que no tengo libre la mirada.
Sabes que te prefiero y que concedo
todo lo que tu dulce mano invoca.
Que en ti está todo, y lo demás es nada.