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Miramos tantas veces y no vemos… – Rosa Díaz

Miramos tantas veces y no vemos
y vemos tantas veces sin mirarnos,
que es la visión una mácula opaca,
un círculo engañado.

Sin rozar lo interior el ojo sueña,
palpa, desvaría imprecisamente
en bultos, se congrega entre sombras.
Luz inmadura
que en vuelo se remonta,
para caer en trasparencia oblicua
sobre un montón de inopinadas formas.

Palabras para una despedida – Francisco Brines

A Juan Gil-Albert

Está la luz despierta,
y se adentra en los ojos el contorno del monte,
y el grito de los pájaros desvanece el oído
al venir de los húmedos huertos.
Los blancos pueblos de la costa,
felices de lujuria y juventud,
alientan junto al mar, lejanos.
No estoy allí, mas lo que fui deseo:
la dicha viva, los sentidos borrados,
ahora que en el jardín el tiempo se arrincona en las sombras,
y el olor de las rosas sube al aire.
Hay humos blancos y calladas palomas
en la altura, y voces que se alejan,
hay demasiada vida para una despedida.

Y un día habrá de ser,
sin que la grata luz, las voces de la casa,
los cultivos del huerto, los días recordados
de la remota y breve juventud,
ni tampoco el amor que me tenéis,
retrasen la obligada despedida.

Tendré que aposentarme en la aridez
y perdida la imagen de este mundo
y perdido yo mismo,
siento que aquel reposo será estéril,
que la vida no fue, que el fervor
de cualquier despedida es un engaño.

El olvidado – José Hierro

Ya se ha parado tu tiempo,
pobre criatura.

A qué corazón irás
a derrumbarte, qué tumba
pudrirá tus pobres huesos
cuando tu tiempo se pudra…

Y quién pasará y dirá:
‹‹aquí fue un hombre››, qué música
será tu nombre, qué llama
tu memoria, qué penumbra
se iluminará, de pronto,
con tu luz oscura
(tu sombría luna…).

Ya se ha parado tu tiempo,
pobre criatura.
Y qué serás tú, sin tiempo,
piedra temporal, columna
del granito de la muerte,
rompeolas que retumba
cuando le hienden las olas
con hachas-espumas…

Qué serás, libre en la noche
total, pobre criatura,
qué memoria, estela, huella
dejó tu planta desnuda
–madera del sueño–,
tu planta desnuda.

Y quién pasará y dirá:
‹‹aquí fue un hombre››, qué música
será tu vestigio, quién
pondrá flores en tu tumba.
Qué descolorida hazaña
tuya pudrirá la lluvia.

Pobre criatura, leño
de sueño. Brote que acuna,
florece, moja, despoja
el tiempo (el sueño)… qué brusca
tu madrugada sin tiempo,
tu eternidad, ya madura,
piedra temporal, tallada
por el tiempo, carne dura
de tiempo, nacido para
el tiempo (el sueño), escultura
de tiempo, errante planeta,
pobre criatura,
descuajada ya del tiempo,
libre en la noche absoluta.

POR SEGUIRIYA – ANTONIO HERNÁNDEZ

El conserje de la casa en que vivo
es de mi pueblo y, como yo, vino
a Madrid hace ya muchos años.
Por las mañanas me despierta
con un largo lamento en el que caben
el río, el castillo, las torres
y su casa de entonces. En el patio
debe estar su madre cosiendo
esa nostalgia cana a cana, debe
de estar su primera novia, sus juegos
infantiles, los sueños por cumplir.
Todo en ese quejido de luz y de misterio
con que me despierta, con esa pena
balsámica con que hace amanecer
el mundo.
                      Y tiene vida la muerte
como cuando aún la noche muerde el alba.

El ángel – José Ángel Valente

Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.

HORA DE NOCHES – FÉLIX GRANDE

emparedado en un silencio
de madrugadas sucias de envejecido origen
de un modo helado suele sonreír
festejando su hora de noches

horas con olor a mal habitada covacha
y a taxativa lucidez espiral
y a crimen nonato y a impúdico terror
hora de noches

horas temibles y preexistentes
como deseos abominables
horas como un horrendo lienzo por la pared
desde el que innominadas bestias
apostrofasen al espectador
horas de hora de noches

desperdicios mutantes de todo lo real
o almas incompetentes de la materia
sudor inconforme del tiempo
arrugas vejatorias de lo oscuro
simientes mal nacidas
voces agachadas y pétreas que destilan
sofocaciones y venganzas

noches agrias que escupen miseria a la cabeza

Los amantes – Carlos Edmundo de Ory

Como estatuas de lluvia con los nervios azules
Secretos en sus leyes de llaves que abren túneles
Sucios de fuego y de cansancio reyes
Han guardado sus gritos ya no más

Cada uno en el otro engacelados
De noches tiernas en atroz gimnasio
Viven actos de baile horizontal
No camina de noche ya no más

Se rigen de deseo y no se hablan
Y no se escriben cartas nada dicen
Juntos se alejan y huyen juntos juntos
Ojos y pies dos cuerpos negros llagan
Fosforescentes olas animales
Se ponen a dormir y ya no más

AHORA INMÓVIL – CLARA JANÉS

Como el azote de un eterno viento
veo la vida que golpea al tiempo.
Muestra el ahora su absoluto en llamas,
         pleno, perfecto.
 
Ciega mis ojos la existencia pura.
Ata mis manos el espacio. Tengo
presos los pies entre la red del aire,
          presa la mente.
 
Nada desea, atenazada, el alma,
sólo un pilar donde dejar los huesos.
Se hace el silencio y el olvido todo.
          Todo el sosiego.