Como el azote de un eterno viento veo la vida que golpea al tiempo. Muestra el ahora su absoluto en llamas, pleno, perfecto. Ciega mis ojos la existencia pura. Ata mis manos el espacio. Tengo presos los pies entre la red del aire, presa la mente. Nada desea, atenazada, el alma, sólo un pilar donde dejar los huesos. Se hace el silencio y el olvido todo. Todo el sosiego.