Ávidamente alargo yo mi mano – Salvatore Quasimodo

En pobreza de carne, como soy,
heme aquí, Padre; polvo del camino
que el viento eleva apenas y perdona.

Pero si menguar no supe antaño,
la primitiva voz todavía ruge,
ávidamente alargo yo mi mano:
dame dolor comida cotidiana.

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