En pobreza de carne, como soy,
heme aquí, Padre; polvo del camino
que el viento eleva apenas y perdona.
Pero si menguar no supe antaño,
la primitiva voz todavía ruge,
ávidamente alargo yo mi mano:
dame dolor comida cotidiana.
En pobreza de carne, como soy,
heme aquí, Padre; polvo del camino
que el viento eleva apenas y perdona.
Pero si menguar no supe antaño,
la primitiva voz todavía ruge,
ávidamente alargo yo mi mano:
dame dolor comida cotidiana.