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Contemplé tanto – Constantino Cavafis

Contemplé tanto la belleza,
que mi visión le pertenece.

Líneas del cuerpo. Labios rojos. Sensuales miembros.
Cabellos como copiados de las estatuas griegas;
hermosos siempre, incluso despeinados,
y caídos apenas, sobre las blancas sienes.
Rostros del amor, tal como los deseaba
mi poesía... en mis noches juveniles,
en mis noches ocultas, encontradas...

Recuerda, cuerpo… – Constantino Cavafis

Recuerda, cuerpo, no tan solo cuánto te han amado
no solamente las camas en las que te acostaste,
sino también tantos deseos que por ti
hacían destellar tanto los ojos,
y que temblaban en la voz —y algún
obstáculo casual los anuló.
Ahora que todo ya al pasado pertenece,
parece como si a aquellos deseos
te hubiera entregado —qué destellos,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.

Idus de marzo – Constantino Cavafis

Ten miedo a las grandezas, alma mía.
Y si tus ambiciones no las puedes
vencer, persíguelas con precauciones,
vacilante. Y cuanto más avances,
sé más escrutadora y vigilante.

Y cuando, al fin, alcances tu apogeo, César,
y adquieras la figura de hombre egregio,
vigila sobre todo entonces, al salir a la calle,
dominador insigne en tu cortejo,
si por azar de entre la multitud se te acerca
un Artemidoro, que trae una carta,
y dice apresuradamente: «Lee ahora mismo esto,
son asuntos muy graves que te atañen»,
no dejes de pararte, no dejes de aplazar
ocupaciones y entrevistas, ni de apartar
a esos que al saludarte se prosternan
(los ves más tarde); que incluso espere
el mismísimo Senado. Y, al punto, entérate
del importante escrito de Artemidoro.

En la desesperación – Constantino Cavafis

Lo perdió por completo. Y ahora va buscando
hallar entre los labios de cada nuevo amante
aquellos labios suyos: buscando va en la unión
con cada nuevo amante engañarse pensando
que es el mismo joven, que ahora se le entrega.

Lo perdió por completo, cual si nunca existiera.
Porque quería —dijo— quería redimirse
del estigmatizado, enfermizo placer,
del estigmatizado, placer vergonzante.
Aún estaba a tiempo —decía— de salvarse.

Lo perdió por completo, cual si nunca existiera.
Con la imaginación, las alucinaciones,
en labios de otros jóvenes sus labios va buscando:
y así procurando sentir de nuevo su amor.

Rima – Giorgos Seferis

Labios, guardianes de mi amor que iba extinguiéndose
manos, lazos de mi juventud que iba escapándose
tez de un rostro perdido en algún punto de la naturaleza
árboles… pájaros… caza…

Cuerpo, uva negra de sol ardiente
cuerpo, bajel de mi riqueza, ¿adónde vas?
Llegó la hora en que el crepúsculo se ahoga
y me gana el cansancio en pos de las tinieblas…

(Nuestra vida va mermando cada día.)