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Definición – Gioconda Belli

Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
que son limpios y que también me penetran
con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio
esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo,
tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo
Te amo

Amada – Félix Grande

Amada, sólo un tema me queda hoy en la vida:
tú eres mi tema, tú eres mi asunto solitario;
en mi espalda te llevo igual que un dromedario
en el desierto lleva su gran agua escondida;
              
igual que el dromedario cruza los arenales
una vez y otra vez sin salir del desierto,
con su estéril nostalgia de valle, hasta que es muerto
sobre los arenales, sobre los arenales;
              
igual que el dromedario yo soporto las cargas
con mi paso cansino de soledad, las llevo
sobre mí por arenas persistentes y largas;
              
y, como el dromedario, avaricioso, traje
mi cántaro de agua, y te bebo y te bebo
sin otro dios que tú mientras dura el viaje.

Un amor más allá del amor… – Roberto Juarroz

Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.

Noches blancas – Paul Auster

Nadie aquí,
y el cuerpo dice: cuanto se diga
no debe ser dicho. Pero nadie
es un cuerpo igualmente, y lo que el cuerpo dice
nadie lo oye
sino tú.

Nevada y noche. La repetición
de un asesinato
entre los árboles. La pluma
se mueve por la tierra: ya no sabe
qué va a ocurrir, y la mano que la sostiene
ha desaparecido.

Escribe, sin embargo.
Escribe: en el principio,
entre los árboles, un cuerpo vino caminando
desde la noche. Escribe:
la blancura del cuerpo
es del color de la tierra. Es tierra,
y la tierra escribe: todo
es del color del silencio.

Yo no estoy aquí. Nunca he dicho
lo que tú dices
que he dicho. Y, sin embargo, el cuerpo es un lugar
donde nada muere. Y cada noche,
desde el silencio de los árboles, sabes
que mi voz
viene caminando hacia ti.

Nanas de la cebolla – Miguel Hernández

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre su cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pones alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño;
nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Amor más poderoso que la vida – Jaime Gil de Biedma

Amor más poderoso que la vida

La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.

La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.

La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.

Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido…

Líneas para señalar el tiempo/Lines for marking time – Roberta Hill Whiteman

Líneas para señalar el tiempo

 

Las mujeres saben cómo esperar aquí.
Ellas huelen el polvo en el viento y saben que tú no has llegado todavía.
Crecí flaca, caminando por caminos de tierra,
bajo un sol de vidrio, murmurando con mis pasos.
Veinte años de vivir en la ruina. Cuando escapé,
ellos te enterraron. Todo lo que queda es un radio
con su banda dorada. Huele al calor,
a juegos viejos de béisbol, a una ciudad que tiembla adentro.
La puerta del frente ha dejado de golpearse y el árbol de manzanas
sostiene una llanta vieja donde niños desconocidos se mecen.

Esta casa con luz entrecortada me ha perdido,
ahora que la hierba dulce comienza a secarse. Su aroma
viaja por la sala entre la costura y los zapatos viejos.
En tu silencio yo crecí visiones, y recibí
un nombre díficil de vivir con él. La sangre se eleva
con el aire caliente del verano, pétalos de rosas caen despacio
pasan la madera áspera y solemne.¿Puedes escuchar a la distacia quejándose?
Una India que tiene miedo de las lágrimas. Ella alegra sus ojos
y sonríe, espera por la nueva estrella azul. Las respuestas nunca llegan tarde.
 
Mira al oeste el tiempo suficiente, la luna crecerá
dentro de ti. El coyote escucha su canción. Él te enseñará ahora
Los espejos siguen caminos de sangre y relámpagos.
Mamá necesita el coraje de alguien como tú. Deja que la sangre
se seque, pero mide el relámpago, sosténlo como tu madre
hace con los árboles, en tu miedo mira el camino, respira profundo.
Los Indígenas saben cómo esperar.

 

 LINES FOR MARKING TIME

 

Women know how to wait here.
They smell the dust on wind and know you haven’t come.
I’ ve grown lean, walking along dirt roads,
under a glassy sun, whispering to steps.
Twenty years I’ve lived on ruin. When I escaped,
they buried you. All that’s left is a radio,
with a golden band. It smells of heat,
old baseball games, a shimmering city inside.
The front door has stopped banging and the apple tree
holds a old tire strange child swing in.

 

This house with broken light has lost me
now, when the sweet grass dries. Its scent lingers
in the living room among sewing and worn-out shoes.
In your silence, I grew visions for myself, and received
a name no one could live up to. Blood rises
in hot summer wind, rose petals trickle
past rough solemn wood. Hear the distant sobbing?
A Indian who’s afraid of tears. She charms her eyes into smiling,
waits for the new blue star. Answers never come late.

 

Look west long enough, the moon will grow
inside you. Coyote hear her song; he’ll teach you now.
Mirrors follow trails of blood and lightning.
Mother needs the strength of one like you. Let blood
dry, but seize the lightning . Hold it like your mother
rocks the trees. In your fear, watch the road, breathe deeply.
Indians know how to wait.