Me siento en el deber de abolir los deberes.
Reivindico el derecho a vivir cuerpo adentro,
donde no impera el falso testimonio.
Me declaro enemigo de dogmas y prejuicios,
sabañones oscuros del afán de ortodoxia.
Si pudiera algún día huir de mí,
plantaría la semilla de un álamo en mi vientre.
Mi árbol de cuerpo entero, en pie de mediodía,
avanza campo abierto por valles de combate.
Me siento en el deber de abolir los deberes.
Si me llamas contrario estás equivocado.
Lo contrario es reverso de lo que ya ha existido.
Yo no puedo olvidar lo que aún no existe.