COMO el dique tendido sobre el mar,
criatura deshecha en mil heridas
que dividen su cuerpo, igual reposa
la persona que acuesta en su colchón
los mil pedazos de su vida, juntos
solo por ocupar un mismo espacio.
Espera conciliar un sueño donde
la noche se derrame en sus heridas
y llene con su sombra las fisuras,
cicatrice la carne y la reúna.
Pero el mar siempre embiste, siempre excava
en las llagas con garras espumosas.
Penetra, ahonda.