Yerros míos, fortuna, amor ardiente
para mi perdición se conjuraron;
los yerros y fortuna allí sobraron,
pues me bastaba amor tan solamente.
Todo se fue; mas tengo muy presente
el gran dolor de cosas que pasaron,
que las dañosas iras me enseñaron
a nunca querer ya que me contente.
Erré todo el decurso de mis años;
di causa a que Fortuna castigase
a mis tan mal fundadas esperanzas.
De amor no vi sino breves engaños.
¡Oh, quién tanto pudiese que llenase
este mi duro genio de venganzas!