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Temores – Sylvia Plath

Esta pared blanca sobre la que el cielo hácese a sí mismo:
infinita, verdad, intocablemente intocable.
Los ángeles se bañan en ella, y las estrellas igualmente, en indiferencia también.
Mi medio son.
El sol se disuelve contra esa pared, desangrándose de sus luces.

Gris es la pared ahora, desgarrada y sangrienta.
¿Cómo salir de la mente?
Los pasos a mi zaga concéntranse en un pozo.
Este mundo carece de árboles y de pájaros,
solo hay agrura en él.

La pared roja no hace más que sobresaltarse:
un puño rojo se abre y se cierra,
dos papelosas bolsas grises:
he aquí mi materia, bueno: y terror también
a que llévenme entre cruces y una lluvia de lástimas.

Irreconocibles pájaros en una pared negra:
torciendo el cuello.
¡Esos sí que no hablan de inmortalidad!
Dos frías balas muertas se nos aproximan:
con mucha prisa vienen.

Skin – Ursula K. Le Guin

“All around us is the skin,
helping keep our bodies in.”

I’ve known that poem sixty years.
There’s more to it than first appears.

If we were skinless, like a cloud,
would we not mingle with the crowd?

Would not our little bodies be
more boundless even than the sea,

and gaseous as the atmosphere?
Would we be there as well as here?

Would I be you, and you be me,
and both of us mere entropy?

The two it takes to tango need
to be discrete, not just discreet.

The skin, however, does have holes
for letting in and out our souls,

our food, and such necessities.
It is designed to serve and please.

It washes well, but with the years
gets wrinkles, little spots and smears,

and somehow doesn’t seem to fit
as seamlessly as once as it did.

But still it is my nomad’s tent,
my shelter, my integument,

the outside of myself, this thin,
seemingly superficial skin,

that hems me neatly all about,
keeping foreign bodies out,
and keeping me, a while yet, in.

La tigresa – Charles Bukowski

terribles discusiones.
y, al cabo, tranquilamente tumbado
en su amplia cama
que tiene una
colcha roja con bonitos dibujos de flores,
la cabeza el vientre hacia abajo
la cabeza ladeada
rociado por la luz que deja pasar la persiana
mientras ella se baña en silencio en la
otra habitación,
es superior a mis fuerzas,
como la mayoría de las cosas,
escucho música clásica en la pequeña radio,
ella se baña, oigo el chapoteo en el agua.

Noches blancas – Paul Auster

Nadie aquí,
y el cuerpo dice: cuanto se diga
no debe ser dicho. Pero nadie
es un cuerpo igualmente, y lo que el cuerpo dice
nadie lo oye
sino tú.

Nevada y noche. La repetición
de un asesinato
entre los árboles. La pluma
se mueve por la tierra: ya no sabe
qué va a ocurrir, y la mano que la sostiene
ha desaparecido.

Escribe, sin embargo.
Escribe: en el principio,
entre los árboles, un cuerpo vino caminando
desde la noche. Escribe:
la blancura del cuerpo
es del color de la tierra. Es tierra,
y la tierra escribe: todo
es del color del silencio.

Yo no estoy aquí. Nunca he dicho
lo que tú dices
que he dicho. Y, sin embargo, el cuerpo es un lugar
donde nada muere. Y cada noche,
desde el silencio de los árboles, sabes
que mi voz
viene caminando hacia ti.

Líneas para señalar el tiempo/Lines for marking time – Roberta Hill Whiteman

Líneas para señalar el tiempo

 

Las mujeres saben cómo esperar aquí.
Ellas huelen el polvo en el viento y saben que tú no has llegado todavía.
Crecí flaca, caminando por caminos de tierra,
bajo un sol de vidrio, murmurando con mis pasos.
Veinte años de vivir en la ruina. Cuando escapé,
ellos te enterraron. Todo lo que queda es un radio
con su banda dorada. Huele al calor,
a juegos viejos de béisbol, a una ciudad que tiembla adentro.
La puerta del frente ha dejado de golpearse y el árbol de manzanas
sostiene una llanta vieja donde niños desconocidos se mecen.

Esta casa con luz entrecortada me ha perdido,
ahora que la hierba dulce comienza a secarse. Su aroma
viaja por la sala entre la costura y los zapatos viejos.
En tu silencio yo crecí visiones, y recibí
un nombre díficil de vivir con él. La sangre se eleva
con el aire caliente del verano, pétalos de rosas caen despacio
pasan la madera áspera y solemne.¿Puedes escuchar a la distacia quejándose?
Una India que tiene miedo de las lágrimas. Ella alegra sus ojos
y sonríe, espera por la nueva estrella azul. Las respuestas nunca llegan tarde.
 
Mira al oeste el tiempo suficiente, la luna crecerá
dentro de ti. El coyote escucha su canción. Él te enseñará ahora
Los espejos siguen caminos de sangre y relámpagos.
Mamá necesita el coraje de alguien como tú. Deja que la sangre
se seque, pero mide el relámpago, sosténlo como tu madre
hace con los árboles, en tu miedo mira el camino, respira profundo.
Los Indígenas saben cómo esperar.

 

 LINES FOR MARKING TIME

 

Women know how to wait here.
They smell the dust on wind and know you haven’t come.
I’ ve grown lean, walking along dirt roads,
under a glassy sun, whispering to steps.
Twenty years I’ve lived on ruin. When I escaped,
they buried you. All that’s left is a radio,
with a golden band. It smells of heat,
old baseball games, a shimmering city inside.
The front door has stopped banging and the apple tree
holds a old tire strange child swing in.

 

This house with broken light has lost me
now, when the sweet grass dries. Its scent lingers
in the living room among sewing and worn-out shoes.
In your silence, I grew visions for myself, and received
a name no one could live up to. Blood rises
in hot summer wind, rose petals trickle
past rough solemn wood. Hear the distant sobbing?
A Indian who’s afraid of tears. She charms her eyes into smiling,
waits for the new blue star. Answers never come late.

 

Look west long enough, the moon will grow
inside you. Coyote hear her song; he’ll teach you now.
Mirrors follow trails of blood and lightning.
Mother needs the strength of one like you. Let blood
dry, but seize the lightning . Hold it like your mother
rocks the trees. In your fear, watch the road, breathe deeply.
Indians know how to wait.