¡Oh pobre tierra de mi ser alzada
contra goces y penas de la vida!
Si abro los ojos, por la doble herida
la luz se adentra carga muy pesada.
Que vivir es guardar con la mirada
en breve espacio magnitud crecida,
y un alma tengo para dar cabida
a la extensión del mundo dilatada.
Derriba, tierra, pronto mis prisiones,
que mi espíritu quiere ser llanura
y vuelve al surco desde el cual te alzaron.
Que mi alma no precisa sepultura
ni el tiempo quiere ya limitaciones.
Horas y muros para mí acabaron.