Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
Archivos Mensuales: mayo 2019
Dominio de la noche – Luis Antonio de Villena
El cabello se esparce suavemente en el lino,
como un mar que es el oro si despacio amanece.
Suavemente se pliegan las pestañas, y los
besos se duermen en los labios y respiran flores.
Ignora la cintura que es sagrada la mano
que recorre las piernas y sus bahías dulces,
la extensión marina del lino que se tuerce,
las playas invisibles de la espalda. Todo ignora.
Y otra mano se expande así, muy quedamente,
y al moverse, el impulso descubre más ocultas
dulzuras, Besos. Deseos. Amor. Ignoradas bahías.
Duérmese. Y yo miro dormir tu joven negligencia.
Fragmentos de un jardín (VI) – Benjamín Prado
EL viento arrastra
aromas de azafrán
y ecos de lobos.
Luz y carbón:
alacranes de sombra
bajo el olivo.
Sobre la mesa,
los hemisferios verdes
de una manzana.
Miras los pájaros
que surgen de sí mismos,
sobre el jardín.
La rosa idea
la luz, como el lector
escribe el libro.
Fragmentos de un jardín (V) – Benjamín Prado
En el jarrón
son antiguas las lilas
recién cortadas.
Dulces raíces,
pájaros del subsuelo,
venas del bosque.
Llamar a un río
turquesa propagado,
violetas frías.
¿Serán las rosas
-lo dijo Juan Ramón-
restos de alas?
Guarda el jardín,
como una playa, signos
de la marea.
Fragmentos de un jardín (IV) – Benjamín Prado
Sauce, mar seco,
faisán en la maleza
león que flota.
Igual que un río
en llamas, cruza el viento
las rosas rojas.
Recuerda el aire
que el rosal fue una vez
un gallo herido.
Muere el dragón.
La claridad matiza
el emparrado.
Flor del jazmín,
mezcla de estrella y nieve,
zumo del viento.
Compañera de hoy – Alfonso Costafreda
Compañera de hoy, no quiero
otra verdad que la tuya, vivir
donde crezcan tus ojos,
dando tu luz, tu cauce
a lo que veo y siento…
Deshacer ese ovillo
oscuro del temor,
encontrar lo perdido,
quebrar la voz del sueño…
Y lenta, lentamente
aprender a vivir,
de nuevo, de nuevo,
como en una mañana
cargada de riqueza.
Amor antiguo – Francisco Luis Bernárdez
Amor antiguo, cuya sombra empaña
mi cariñosa propensión de ahora,
eres como una sombra de montaña
sobre el encendimiento de la aurora.
Amor antiguo, cuya pesadumbre
traba la agilidad de mi alegría,
eres la tiranía de la cumbre
contra la libertad del mediodía.
Amor antiguo, cuya voz sofoca
la nueva vocecita del cariño,
eres palabra de proyecta boca
en una boca inédita de niño.
Amor antiguo, cuyo sentimiento
hace caber el mundo en nuestro llanto,
eres el alma convertida en viento
y eres el viento convertido en canto.
Amor antiguo, cuya remembranza
cada amorosa perspectiva cierra,
eres esa emoción que sólo alcanza
quien se acuerda del mar desde la tierra.
Ningún lugar está aquí o está ahí… – Óscar Hahn
Ningún lugar está aquí o está ahí
Todo lugar es proyectado desde adentro
Todo lugar es superpuesto en el espacio
Ahora estoy echando un lugar para afuera
estoy tratando de ponerlo encima de ahí
encima del espacio donde no estás
a ver si de tanto hacer fuerza si de tanto hacer fuerza
te apareces ahí sonriente otra vez
Aparécete ahí aparécete sin miedo
y desde afuera avanza hacia aquí
y haz harta fuerza harta fuerza
a ver si yo me aparezco otra vez si aparezco otra vez
si reaparecemos los dos tomados de la mano
en el espacio
donde coinciden
todos nuestros lugares
Insomnio – Gerardo Diego
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
– cauce fiel de abandono, línea pura -,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.
Si muriera esta noche… – Idea Vilariño
Si muriera esta noche
si pudiera morir
si me muriera
si este coito feroz
interminable
peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
alcanzara su colmo y se aflojara
si ahora mismo
si ahora
entornando los ojos me muriera
sintiera que ya está
que ya el afán cesó
y la luz ya no fuera un haz de espadas
y el aire ya no fuera un haz de espadas
y el dolor de los otros y el amor y vivir
y todo ya no fuera un haz de espadas
y acabara conmigo
para mí
para siempre
y que ya no doliera
y que ya no doliera.