Se le amotinan los huesos a mi madre,
mi padre comparece al ocaso de su vista,
el invierno decreta el estado de sitio
a los pocos ancianos que aún resisten.
Los sólidos colosos de mi infancia,
almenas de altas torres
postas de caminantes,
ahora son hostigados por el calendario.
La impotencia me asfixia
cuando —al aproximarse— los contemplo risueña.
No quiero que sospechen mi dolor al sentir
qué mayores se están haciendo mis mayores.