Cirios son nuestras vidas consumiéndose,
le dijeron al niño en la profunda
catedral de penumbra silenciosa.
La visión permanece nítida
las llamas palpitantes en la línea intermedia
entre la oscuridad y la luz enrarecida
por los vitrales
y las fugaces mechas que al arder
devastaban la cera o la parafina.
Llama es la vida
y cirios nuestros cuerpos que se desgastan.
Pero su fin no es previsible:
Puede seguir el curso natural
O acabar por un soplo o una racha de viento.
Incluso pueden abrasar a otros.
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