En ti toda la hora buscando
la distancia más alta del insecto,
la fibra de la montaña
envuelta en pinos, en la leyenda
de parte a parte, de boca a boca,
como la oscuridad del verso.
Y sueño mi corazón.
Bajo el peldaño de la concha,
bajo otra, bajo más
la compañía de ti, amor de la noche
bajo el sol,
tú, conservador del alma mía,
de los besos que no existen,
con todas las nubes acampanadas,
el tiempo sin el olvido,
en mi perseverancia.
Amor, tú, único domador de mis huesos,
de la distancia,
de la copla sonámbula,
este destino en que deshaces mis nudos
como en ventana abierta.
Y aquí en la tarde
cuando la presencia no va a dormir nunca
no es tu cabeza quien me convoca a ti
sino el hormiguero de vuelta ya
que encontrará en la noche
su martillo silencioso.
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