Vida de amor, como un jardín cerrado,
por entre cuyas flores va perdido
el hombre que seré, el que vencido
por los años recuerde su pasado.
Me veo pasar, decrépito y cansado,
entre flores que fueron y aún no han sido,
por un jardín de amores que el olvido
para mi bien o mal a respetado.
No otros mares y campos mi memoria
me ofrece así de claros y lucientes.
Yo, peregrino por mi propia historia,
me detengo al llegar a las vertientes;
que nieblas cubren donde está escondida
la que fue tierra estéril en mi vida.