MADRE – NANCY MOREJÓN

Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reír
y no podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento de marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas
frente a los restos fríos del enemigo.

AHORA INMÓVIL – CLARA JANÉS

Como el azote de un eterno viento
veo la vida que golpea al tiempo.
Muestra el ahora su absoluto en llamas,
         pleno, perfecto.
 
Ciega mis ojos la existencia pura.
Ata mis manos el espacio. Tengo
presos los pies entre la red del aire,
          presa la mente.
 
Nada desea, atenazada, el alma,
sólo un pilar donde dejar los huesos.
Se hace el silencio y el olvido todo.
          Todo el sosiego.

DESTINO – ELENA MARTÍN VIVALDI

Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.

Desde siempre en mi calle yo te espero,
y amante de mis noches te persigo,
si una vez, dolida, te maldigo,
desde tu ausencia, triste, desespero.

Me diste la esperanza de tenerte
en mi dolor. Guiada por tu mano
subí escalones de la muerte.

Aquí donde tu sombra soy crecida,
el tiempo, tuyo y mío, va cercano,
dejándome la sangre ya cumplida.

ANATOMÍA DE LA ANGUSTIA – JULIETA DOBLES

Voy sobre las alargadas calles
de mi cuerpo.

He mirado mis manos, quedamente,
como miramos nuestros muebles viejos,
y eran solo dos líneas de silencio.

A veces soy ajena ante mi cuerpo:
paso frente al espejo,
lo saludo como a un desconocido
que no entiendo,
y prolongo mis huellas
hasta donde lo absurdo prolonga sus remiendos.
Sin embargo,
mis venas siguen siendo
azules telarañas
donde suelta la asfixia sus mil dedos,
y mi vaso de instinto,
dulcemente pequeño,
adelgaza la angustia de ser hombre
y de saberse eterno.

Nadie jamás habitó esta casa… – Carmen Camacho

Nunca, nada, nadie. Tres palabras terribles, sobre todo la última.
Antonio Machado

NADIE jamás habitó esta casa
realmente
desde la fundación de Sevilla
desde el reparto movedizo
de los huertos y las cavas
y las expulsiones sucesivas
por las cosas de la fe
o del boom inmobiliario
desde mi vida sobre plano

Nunca nada nadie

Toda esta recalificación de la duda
la construcción del dique
con pan duro mi esforzado intento
de hacer del hueco una ventana
fue en vano
Soy
la abajo firmante
en la escritura sagrada
de un dolor no edificable
mi casa sin casa
la nada piloto solo solar

Borrado – Ada Salas

En sentido
inverso. Escribir
al revés. Para que algo
cambie. La cebolla
primero. Coger
esa cebolla. Una incisión
y luego
poco a poco
desechar lo que cubre.
La humedad.
El olor
El sabor.
Desnudarla y dejar
que se pudra. Y luego
no leer. No releer. No volver
al principio. Que el poema
se vaya que
desaparezca
arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo
inexistente.

Confesión – Alfonsina Storni

Por un miserable muero de ternura;
amo una armazón
bella, de elegante, fina contextura,
privada del zumo que da el corazón.

Su triste vacío sube a su mirada
lánguida, lavada,
y en sus venas blancas –ramaje nevado–
el limo sanguíneo parece estancado.

A veces, con modo que ya desvaría,
de mi boca ardiente a su boca fría,
le soplo mi alma: parece agitada

su carne, y el alma se le curva un poco.
Ay, luego la toco
y siento la goma de la cosa inflada.