Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reír
y no podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento de marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas
frente a los restos fríos del enemigo.
Archivos Mensuales: marzo 2017
AHORA INMÓVIL – CLARA JANÉS
Como el azote de un eterno viento veo la vida que golpea al tiempo. Muestra el ahora su absoluto en llamas, pleno, perfecto. Ciega mis ojos la existencia pura. Ata mis manos el espacio. Tengo presos los pies entre la red del aire, presa la mente. Nada desea, atenazada, el alma, sólo un pilar donde dejar los huesos. Se hace el silencio y el olvido todo. Todo el sosiego.
DESTINO – ELENA MARTÍN VIVALDI
Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.
Desde siempre en mi calle yo te espero,
y amante de mis noches te persigo,
si una vez, dolida, te maldigo,
desde tu ausencia, triste, desespero.
Me diste la esperanza de tenerte
en mi dolor. Guiada por tu mano
subí escalones de la muerte.
Aquí donde tu sombra soy crecida,
el tiempo, tuyo y mío, va cercano,
dejándome la sangre ya cumplida.
UNA VEZ – IDEA VILARIÑO
Soy mi padre y mi madre
soy mis hijos
y soy el mundo
soy la vida
y no soy nada
nadie
un pedazo animado
una visita
que no estuvo
que no estará después.
Estoy estando ahora
casi no sé más nada
como una vez estaban
otras cosas que fueron
como un ciclo lejano
un mes
una semana
un día de verano
que otros días del mundo
disiparon.
ANATOMÍA DE LA ANGUSTIA – JULIETA DOBLES
Voy sobre las alargadas calles
de mi cuerpo.
He mirado mis manos, quedamente,
como miramos nuestros muebles viejos,
y eran solo dos líneas de silencio.
A veces soy ajena ante mi cuerpo:
paso frente al espejo,
lo saludo como a un desconocido
que no entiendo,
y prolongo mis huellas
hasta donde lo absurdo prolonga sus remiendos.
Sin embargo,
mis venas siguen siendo
azules telarañas
donde suelta la asfixia sus mil dedos,
y mi vaso de instinto,
dulcemente pequeño,
adelgaza la angustia de ser hombre
y de saberse eterno.
ECHO DE MENOS LA OPORTUNIDAD DE TEMBLAR – ISABEL BONO
una taza se rompe
y de repente
el cráneo de un gato contra la acera
el esqueleto de un pájaro
las cien púas de un erizo
el aguijón de todas las avispas
vuelven a quebrarse ante mis ojos
agradecen mi compañía
con su obstinada sombra
no sé de qué hablan cuando dicen frío
no sé de qué hablan cuando dicen silencio
NO es una llamada…- Vanesa Pérez-Sauquillo
NO es una llamada.
Solo trato
de expulsar
tu nombre de mi cuerpo.
Tu nombre que es mi cuerpo.
Nadie jamás habitó esta casa… – Carmen Camacho
Nunca, nada, nadie. Tres palabras terribles, sobre todo la última.
Antonio Machado
NADIE jamás habitó esta casa
realmente
desde la fundación de Sevilla
desde el reparto movedizo
de los huertos y las cavas
y las expulsiones sucesivas
por las cosas de la fe
o del boom inmobiliario
desde mi vida sobre plano
Nunca nada nadie
Toda esta recalificación de la duda
la construcción del dique
con pan duro mi esforzado intento
de hacer del hueco una ventana
fue en vano
Soy
la abajo firmante
en la escritura sagrada
de un dolor no edificable
mi casa sin casa
la nada piloto solo solar
Borrado – Ada Salas
En sentido
inverso. Escribir
al revés. Para que algo
cambie. La cebolla
primero. Coger
esa cebolla. Una incisión
y luego
poco a poco
desechar lo que cubre.
La humedad.
El olor
El sabor.
Desnudarla y dejar
que se pudra. Y luego
no leer. No releer. No volver
al principio. Que el poema
se vaya que
desaparezca
arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo
inexistente.
Confesión – Alfonsina Storni
Por un miserable muero de ternura;
amo una armazón
bella, de elegante, fina contextura,
privada del zumo que da el corazón.
Su triste vacío sube a su mirada
lánguida, lavada,
y en sus venas blancas –ramaje nevado–
el limo sanguíneo parece estancado.
A veces, con modo que ya desvaría,
de mi boca ardiente a su boca fría,
le soplo mi alma: parece agitada
su carne, y el alma se le curva un poco.
Ay, luego la toco
y siento la goma de la cosa inflada.